ROMA - Aunque está acostumbrada a los escándalos más que ningún otro país europeo, Italia quedó conmovida ayer después de que la Justicia de Milán ordenó el arresto de 21 personas, entre las cuales hay 11 policías y carabineros, por haber montado una enorme red de escuchas telefónicas ilegales y de acceso a fuentes reservadas.

"A la sombra de la primera empresa de telefonía italiana, Telecom, creció una central de espionaje ilegal que no tiene precedentes en la historia de nuestro país", escribió ayer el diario romano la Repubblica.

Algunas versiones periodísticas aseguran que los investigadores han encontrado que más de cien mil personas fueron espiadas desde 1997, cuando fue privatizado el coloso telefónico Telecom. Hace dos semanas, Telecom anunció una reorganización empresaria que rápidamente se convirtió en un vasto escándalo político. Muchos se preguntan qué conexión hay entre este anuncio y el centro de espionaje montado en la ex compañía telefónica estatal.

"En otras épocas se habría hablado de un golpe de Estado", dijo un periodista por la televisión estatal, la RAI, recordando la insistente pasión en las décadas pasadas de los servicios secretos "desviados" (por sus mismos jefes) para acumular miles de carpetas con dossiers secretos sobre políticos, hombres de negocios y miembros de las fuerzas armadas y de seguridad.

Las órdenes de arresto de la magistratura de Milán destacan que los datos obtenidos y conservados en computadoras y discos informáticos "constituían un instrumento evidente de presión, condicionamiento, amenaza y extorsión, concentrada en las manos de un restringido grupo de personas".

Por lo que ya se sabe, pocos sectores de la vida italiana se salvaban de las escuchas ilegales y los accesos a los bancos de datos de los bancos, del Ministerio del Interior, servicios secretos, grandes empresas y hasta del mundillo del fútbol profesional.

En el centro del escenario aparecen tres personajes que eran al parecer los cerebros ejecutivos de la operación. En primer lugar, Giuliano Tovaroli, ex alto dirigente del aparato de seguridad de Telecom y también ex responsable del Centro Nacional de la Autoridad Judicial, donde se realizan por cuenta de la magistratura las interceptaciones telefónicas.

Otro de los involucrados, que está en la cárcel como Tovaroli, es Pierguido Iezzi, actual o ex manager de seguridad de la empresa Pirelli, que controla a su vez a Telecom. El tercer personaje que dirigía la red, según la Justicia de Milán, es el titular de la agencia investigativa Polis d'Istinto, Emanuele Cipriani.

Los jueces italianos secuestraron en varias capitales europeas dinero y propiedades de este grupo por un valor de 26 millones de dólares.

¿Quién está detrás de estos delincuentes?, se preguntó ayer el famoso ex fiscal de Mani Pulite de Milán, Antonio Di Pietro, que es ministro de Infraestructuras del gobierno de centroizquierda de Romano Prodi.

Las miradas apuntan a uno de los más importantes empresarios italianos, Marco Tronchetti Provera, patrón de Pirelli y de Telecom, a través de sociedades fi nancieras en las que tiene como socio minoritario a la familia Benetton, gran protagonista del capitalismo italiano.

Tronchetti Provera es también uno de los principales dirigentes del club de fútbol Inter y animador de la vida mundana de Milán. En primeras nupcias se casó con una de las herederas de la familia Pirelli, de la cual se divorció. En la segunda ocasión contrajo matrimonio con la modelo tunecina Afef, bella e inteligente, formando una pareja estelar del mundo VIP italiano.

Hace dos semanas, Telecom anunció que reorganizaba la empresa y vendía el sector de los teléfonos móviles, que algunos evalúan en 45 mil millones de dólares. Muchos atribuyeron esta movida al enorme endeudamiento de Telecom, que llega a 41.000 millones de euros. Pero el primer ministro italiano, Romano Prodi, reaccionó enojado con Tronchetti Provera, quien le había pedido una audiencia pero no le había dicho nada de eso, reprochó Prodi.

Tronchetti Provera renunció como presidente de Telecom y en su lugar nombró a Guido Rossi, quien a su vez debió dimitir como interventor en la federación de fútbol, sacudida por el caso de los partidos "arreglados".